Hoy
Prudencio Dhudachencko
Es bueno y necesario que de tanto en tanto
rescatemos y hagamos conocidas las vidas de esos grandes hombres que nos han
legado su sabiduría y que por motivos espurios la historia se encargó de ocultar.
Por eso, hoy, quiero rescatar a
Prudencio Dhudachencko.
Cuentan que Prudencio, buscando
la perfecta manera de ingresar a su casa sin que su esposa se diera cuenta, se
quedó dormido en el umbral y tuvo un sueño (Luther King más tarde le robaría la
frase). En él –el sueño, por supuesto- Dhudachencko se vio como una mariposa
que dormida soñaba que era un hombre, y al despertar, ya no supo si era un
hombre que dormido había soñado ser una mariposa que dormida soñaba ser un
hombre o si era una mariposa que al quedarse dormida había soñado ser un hombre
que soñaba ser una mariposa que soñaba ser un hombre. Esta indefinición lo
marcó para el resto de su vida.
Ahora bien, con la ecuanimidad
que siempre lo caracterizó, Prudencio entendió que ese sueño algo le decía
(pero no sabía qué), que le ponía ahí adelante la puerta para la solución de
los grandes interrogantes del ser humano (pero no la veía ni tampoco sabía
cuáles eran esos interrogantes). Así que embargado por la duda (y el banco
también), decidió sentirse mariposa y hombre a la vez, viviendo en esa incertidumbre
hasta el último de sus días (después de ese último día nadie nunca supo cómo
siguió).
A partir de ese momento
epifánico –si lo hay en la vida de un hombre- tomó ciertas decisiones que la
historia se encargó de reivindicar. Se separó de su esposa y se fue a vivir a
una pensión del Bajo Flores y comenzó a concurrir al estadio de fútbol del
Deportivo Riestra (gigante futbolístico de la Primera D), mezclándose con los
muchachos del tablón en la popular.
A partir de su roce con los
muchachos del tablón, su compromiso social no tuvo descanso… aunque siempre se
quedó a mitad de camino. Por ejemplo y a modo informativo, nada más, un día
comenzó por no seguir al Depo cuando este jugaba de visitante; más tarde compró
una platea para toda la temporada y ante las feroces críticas por su
aburguesamiento, decidió seguir al club de sus amores a través de su Spyka.
Transcurrió sus días caminando
o volando, según se sintiera hombre o mariposa; consiguió un trabajo de
oficinista en una textil de cancanes; escribía poesías en las hojas
inutilizadas de su oficina y que se llevaba a la pensión y cada tanto se
enfrascaba en discusiones de café a las que no aportaba nada nuevo. Eso sí, sus
críticas consistían en medulares estocadas que dejaban a más de uno fuera de carrera.
La historia, sin duda alguna –
aunque algunos historiadores pongan esto en duda- lo ha rescatado como el
hombre cuyo mayor aporte a la humanidad ha sido su propio ejemplo de vida,
iniciándose con él –o mejor dicho a partir de él- el desarrollo de la teoría del
logus mediocris.
El logus medriocris es aquel hombre o mujer (no discriminemos porque
hoy hay igualdad de género) medio/a que no se juega por nada pero opina de
todo; que entre dos posiciones se para en el medio y no se compromete con ninguna;
que toma mate, no ya dulce (aberración, si la hay, a la infusión criolla), sino
que le agrega yuyitos o utiliza yerbas saborizadas.
Esta especie habita todos los
rincones de nuestra sociedad, ya que es un ser que se adapta perfectamente a
cualquier situación; puede, por ejemplo, usufructuar los beneficios de
reivindicaciones sindicales sin haber participado siquiera en una lucha (ojo,
dentro de los sindicatos hay muchos logus
mediocris en posiciones de decisión) o simplemente despotricar contra toda
autoridad y después honrar con su ausencia el día que se deben elegir
representantes.
Un día tuve la oportunidad de
conversar con un logus mediocris que
me dijo: “Prudencio fue un gran hombre que nos enseñó mucho.” Y sí, es verdad,
hemos aprehendido mucho de la astucia de Prudencio Dhudachencko.
¿Se dieron cuenta que hay
muchos seguidores de Prudencio Dhudachencko, que jamás se van a jugar por nada
y que intentan estar bien con Dios y con el Diablo? ¿Conoce usted a algunos? Yo
sí.
La nuestra es agua de río
mezclada con mar. Sean felices y nos vemos en la próxima entrada.
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