En este espacio cada estereotipo ciudadano tiene su lugar. No me voy a reír de ellos, sino con ellos y vos podes prestar tu risa

lunes, 30 de julio de 2012

GOLBER EN EL BAR DEL INFIERNO


Intenté comunicarme con Dolina (telepáticamente) y no pude.
No creo que se enoje por usar el nombre, él nos ha invitado a todos a entrar a su bar del infierno.
Encualquier bar sucede que entre los parroquianos algunos nos conocemos y tenemos afinidad; otros simplemente nos conocemos (de vista, como se dice) y entre otros ni si quiera nos conocemos, ni sabemos quiénes somos.
Entre los que tenemos afinidad y, en algunas oportunidades, incluso, con los que apenas nos conocemos, sucede que compartimos la mesa (para qué existen los bares si no es para compartir la mesa, con lo que eso significa). Obviamente, entre los que no nos conocemos, nunca compartimos la misma mesa (no porque nos odiemos, simplemente por no conocernos).
Puede suceder que entre los que compartimos la mesa, en alguna oportunidad –por esos designios de días malditos- alguno tenga un problema personal con otro (alguna discusión; o no le cae bien –cuestión de piel o de historia personal-; etc.), entonces tiene la opción de levantarse de la mesa (o no se sienta) para no compartir ese momento tan grato con el problemático. Nunca sucedió (estoy totalmente seguro porque revisé la Enciclopedia Mundial de Bares -117 tomos, pero vale la pena el 1 y 2) que el parroquiano que no quiere compartir la mesa con el otro le haya dicho al dueño (o encargado, con esto de las multinacionales, muchos bares perdieron a sus dueños) que le prohíba la entrada a este; o, que dejándolo entrar, le prohíba conversar con el resto de los comensales.
La verdad que sería una locura que suceda esto.
Bien. Existe un gran bar, inmenso; se podría decir que su superficie abarca prácticamente la totalidad del planeta (urbanizado… tampoco se la vamos a hacer creer tanto).
Ese gran bar es o son las redes sociales; ese gran bar es google+.
En él, nos conocemos entre algunos; entre otros hemos entablado una relación de afinidad (charlando vía chat o compartiendo cosas, etc.) y otros no sabemos ni quienes somos el uno y el otro.
Puede suceder, también, que alguno, algunos o varios, se ofenda con lo compartido por otro.
¿Entonces? ¿Nos levantamos de la mesa para no compartirla (que sería a través del bloqueo de ese contacto)?
NO. El dueño del bar (google+) no lo deja entrar más al recinto; lo convierte en un paria del ciber espacio (me queda una duda: que pasa con la pluralidad para con el resto: porque, el/los ofendido/s no es/son el todo).
Escribo esto (y espero que quién lo lea, lo levante y lo comparta en la red) porque al suscripto, El Profesor Golber, le suspendieron el perfil y, obviamente, solo puedo leer y no compartir ni contestar a nadie ni agregar contactos (que hay varios pendientes).
Sostiene el dueño del bar (google+) que mi nombre no se compadece con su política de nombres; me pide datos adicionales (se los doy) para corroborar no se qué (si soy humano, se me ocurre). Pero el perfil sigue suspendido. En el se podía leer que nací en Rosario, que actualmente vivo en Ushuaia, si se saca cuentas (incluso con los dedos) se deduce que tengo 41 años (nacido el 16/10/70), que Golber es el nombre de un personaje que hago en un programa de radio desde hace 4 años (Autógenos de Acá –viernes de 20 a 21 hs argentinas- http://www.ustream.tv/channel/radio-activa-ushuaia), que La Columna Torcida de Golber nació en una revista local: Periódico Kuanip, etc., etc.
Claro, ese perfil no dice que por partida de nacimiento me llamo Rodrigo Guidi (un sujeto que hace un programa de radio hace 4 años, que escribe en Kuanip, que tiene 41 años –nació igual que Golber (o al revés)- y que es profesor (o algo así). Muchos con los que tengo afinidad (con los que chateo, me escribo mail, etc.) saben que Rodrigo es Golber o que Golber es Rodrigo, incluso, algunos, saben que ejerzo como abogado (por eso de transpirar el cuerpo para conseguir el pan).
Entré a revisar mis contactos y me encuentro con muchos nombres que, en el mismo sentido, violaría la política de nombres y me pregunté, por ejemplo, si Juan esun nombre (Golber es un nombre); aún siendo Juan un nombre, me pregunté si Juan es Juan… entonces llego a una conclusión: las redes sociales son un calco de nuestras vidas diarias donde hay envidias, celos, intransigencia, pluralismo de la boca para afuera y etc., etc., etc., etc.
Estimado/a lector/a, tome esta entrada como una catarsis personal de Golber/Rodrigo; pero reflexionemos al respecto: cuando digo que el otro está equivocado, estoy erigiendo mi posición como absoluta, al menos única… y la realidad es que nadie esta equivocado y nadie está acertado: todos somos pequeñas dudas que juntas hacemos la Gran Duda: la vida.
Gracias al bar (google+) porque en sus mesas conocí a Revista Perfiles (del Estado de Nayarit, México) que reproduce las entradas; a los amigos de ADNCreadores que reproducen y además les escribo inéditos a ellos (la entrada de más abajo es un cuento sobre fútbol para ADNCreadores); a la Asociación Civil Caja de Goma que me permitió asociarme; a los entrañables uruguayos de Laberinto Social, a Silvia Gallo del blog Gente 2 Gente y muchos más con los que hemos compartido e intercambiado ideas.
No me interesa el estrellato, pero si quieren acompañarme con alguna palabra de aliento (pueden insultar, también) me lo hacen saber a lacolumnadegolber@gmail.com o rodrigo_guidi@yahoo.es
Un beso para todos. 

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