Donde
la humanidad tiene sus orígenes
El bar tiene ese no se qué. Tal vez sea el
aroma del café recién molido. No lo sé, pero desde el bar se han escrito los
mejores poemas de amor; se han tejido y destejido conspiraciones salvajes; se
ha hilvanado correctamente la ostentosa prosa de la vida. Claro que, también,
desde el café se han depurado matrimonios, dejando en la ruta del destino a esa
parte del binomio matrimonial que no sabe de ideología suburbana.
Como el caso de Polo que llegó una tarde
escandalosamente contento porque se quedaba solo en su casa por un viaje de su
esposa que la ausentaría por una semana.
-Es una oportunidad única, dijo. Preparé un
programa de actividades y se exactamente a que hora me voy a levantar; que
tiempo voy a tardar en ducharme y acicalarme; cuanto en prepararme el desayuno…
-Ojo, lo interrumpió el Bocha. Mirá que no esfácil la vida de hogar.
-Nada que ver, Bochita. Tengo calculado el número
total de horas que me va a llevar lavar los platos, hacer la limpieza, sacar a
pasear al perro, ir de compras y cocinar. ¿Y sabés que? Te asombrarías del
tiempo que te queda para hacer lo que quieras. No sé por que las mujeres hacen
que el trabajo doméstico parezca tan complicado. Es organización, nada más.
-¿Si vos lo decís? Después no digas que no te
avisamos, sostuvimos todos a coro.
El Profesor Autunez que hace años deambula su
viudez le espetó: No es fácil, Polito. Ya te lo digo, el primer día está
fenómeno, te sentís como un dios, hasta te sentás en el sofá y te fumás un
habano antes de dormir. Después se complica.
Pasaron los días y cada siete se transformó en
semana; después semana tras semana dieron lugar a un mes. Polo había
desaparecido. Ni en su casa estaba. Esto lo supusimos cuando su esposa nos
cortó abruptamente el teléfono al preguntar por él. Iniciamos una búsqueda
intensiva hasta que dimos con él en una mugrosa pensión de un barrio de la zona
oeste. Daba lástima, era una piltrafa de cuerpo y alma. Repuesto, nos sentamos
todos de nuevo alrededor de la mesa de café.
-Soy un tarado, ustedes tenían razón, se
lamentó entre sollozos. Ahora me doy cuenta de que nunca hubiera tenido que
dejar marchar a mi mujer tanto tiempo. Bueno, mi ex mujer. Mi vida ha dejado de
tener sentido.
-¡¿Cómo tu ex mujer?!, gritó el Manco Gómez.
-Sí, me echó. El lunes, cuando se fue, todo era
maravilla para el perro y para mí. Ya el martes empezaron algunos problemitas.
Me di cuenta que si todas las mañanas iba a exprimir jugo de naranja, iba a tener
un elemento más para lavar. Así que decidí lavar una vez y preparé jugo para
toda la semana. Y eso me llevó a otra genialidad: si las salchichas se cocinan
en agua, no hay diferencia con cocinarlas en la misma sopa. De esa manera
ahorro una cacerola para lavar. El tiempo es oro, muchachos. Tampoco iba a
pasar la aspiradora todos los días.
-No, seguro, dije yo.
-Empecé a creer que los quehaceres domestico
llevan más tiempo del que me había imaginado y reconsideré mi estrategia. El primer
paso fue comprar comida de la rotisería y así no perdía tanto tiempo cocinando.
Si todas las noches uno se acuesta para levantarse a la mañana siguiente, para
que hacer la cama todos los días. Es una tarea sin sentido. Eso sí, muchachos,
la naranja exprimida se consume en el momento porque se pudre y el jueves casi
no cuento el cuento. Decidí comprar Cepita y comida para el perro, porque si yo
no me cocino, no le voy a cocinar a él. Lo importante es todo lo que se aprende
cuando uno está solo. Los platos, para que lavarlos en cada comida si hay
varios en la casa, si usás uno para cada comida ahorrás en detergente y consumo de agua. Si le atas un trapo en la cola al perro, cuando este la mueve limpia
los muebles; las salchichas saben bien por la mañana, desmerecen en la comida y
son insufribles en la cena, pero más de dos días seguidos puede causar nauseas
y la sopa se puede tomar directamente de la olla. Fue entonces cuando tuve una
epifanía, una revelación celestial: puse los platos, las cacerolas, vasos, etc.
en el piso de la cocina y los magueríe, así mataba dos pájaros de un tiro;
trastos y piso limpios. No entiendo porque estas crustis dicen que no les
alcanza el tiempo.
-Eso de la manguera es bárbaro, dijo el Bocha.
-No creas, Bocha, no creas. Es un fracaso. La
cocina huele a moho y supongo que los armarios se empezaran a pudrir en poco
tiempo. El suelo está lleno de los restos de comida que había en los platos y se
empezaron a pegar al suelo. Fue peor. Para colmo me llama mi mujer (bueno mi
ex) y me pregunta si había limpiado las ventanas y la ropa. Yo solté una
carcajada histérica y le dije que no tenía tiempo para esas cosas y que tampoco
era su esclavo. Que qué pensaba ella, entre preparar la comida y hacerle algo
de comer al perro, sacarlo a pasear, lavar los platos, lavar la ropa y arreglar
la casa, ir de compras. No estoy al pedo todo el día.
Fue entonces cuando me di cuenta que ellamuchas veces me decía todo eso a mí…pero ya era tarde. Volvió hecha una furia,
los ojos encendidos y solo me dijo: ¿Viste? Yo tampoco estoy al pedo, mientras
ponía mi ropa en la calle.
Un relato muy entretenido, además de extraordinariamente visual.
ResponderEliminarLo pasé muy bien leyéndolo.
Un saludo, Juana Castillo.
Gracias Juana. Podés seguir leyendo el blog, lo actualizo semanalmente. Muchas gracias.
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