¿A quién no le dan asco las cucarachas? Insecto repugnante si lo hay. Están por doquier: minan nuestro trabajo, el barrio, las escuelas y los centros políticos. Lo loco es que pasan desapercibidas a los ojos de los más, mientras que para algunos son fuentes de inspiración.
La
cucaracha es un verdadero fósil viviente. Se trata de uno de los más antiguos
moradores de la Tierra, ya que asistió al nacimiento de los dinosaurios y a su
extinción; fue testigo de la formación de las cadenas montañosas como los
Alpes, las Rocosas y los Andes; presenció la formación de los yacimientos de
petróleo y carbón del mundo y también el avance y retroceso de los glaciares.
Es
un bicho que existió, existe y seguirá existiendo más allá de nuestro paso
mortal por esta vida.
Este
insecto posee algunos atributos extraordinarios.
Habita cualquier lugar del
planeta, desde los más cálidos como el Sahara hasta los de temperaturas más
frías. Se las puede encontrar instaladas en cualquier lugar. Devora
prácticamente cualquier cosa, desde pimpollos de orquídeas hasta zapatos. Pero
además pueden sobrevivir largos períodos de ayuno, ya que soporta un mes sin
agua ni comida, dos meses a agua sola y cinco meses con comida aunque sin agua.
La cucaracha tiene un medio de protección poderoso en sus glándulas, que
despiden un olor pestilente que hace que muchos animales no se la coman. Sus
hábitos nocturnos han contribuido grandemente a consolidar su persistente
dominio.
Como
se observa, se adapta a cualquier lugar; cualquier espacio que consiga lo
transforma en su hábitat, arrasando con todo lo que encuentre a su paso.
Se
reproduce con asombrosa fecundidad. Algunas hembras han tenido hasta 180 crías
en 300 días y si el medio es favorable, la población aumenta con fabulosa
rapidez.
Son
difíciles de combatir pues la población llega a un nivel máximo y fluctúa
alrededor de ese nivel hasta que se vea afectado y disminuya. Cuando sucede
algo que afecta a la población y la reduce, la tasa de reproducción aumenta
para compensar esa reducción, de manera que la población llegue a sus niveles
habituales una vez que desaparezca el suceso reductor.
Tiene
dos costumbres que la hacen totalmente poderosa: vida nocturna y revolcarse
entre la basura. Durante la noche, mientras todos dormimos, ellas gestan su
invasión y su vocación por relacionarse con la basura hace que nosotros las
detestemos y evitemos su presencia. Soportan, además, altas dosis de radiación;
sin embargo, mueren con facilidad ante el calor excesivo
ya que carecen de mecanismo regulador de temperatura.
Esto último es trascedente en
la lucha para su extinción. No cualquier cosa lo debilita; su falta de
mecanismo regulador de temperatura lo torna en un ser frío, insensible,
indiferente, desapasionado, inmutable e impávido; que no responde ante ninguna
recriminación nuestra, ni mucho menos ante los reclamos por su asquerosa
presencia.
Un estudio encarado por la
Universidad Ecléctica de Bombal demostró que las cucarachas dejan rastros
químicos en su excremento, así, otras cucarachas siguen esos rastros para
descubrir fuentes de comida y de agua, y también para descubrir dónde están
escondidas. La investigación ha mostrado que la toma de decisiones basada en el
grupo presenta un equilibrio entre cooperación y competencia. Otro
estudio prueba la hipótesis de que las cucarachas utilizan sólo dos
informaciones para decidir dónde esconderse: qué oscuro está y cuántos de sus
amigos están allí.
Contrario a las
creencias comunes, las cucarachas no viven en nidos, ni salen a buscar
alimentos para llevar a otros miembros de la "colonia", como lo hacen
otros insectos sociales, sino que se hacinan en grupos, en distintos lugares
que les permitan continuar su desarrollo y reproducción con abrigo y seguridad,
causando daño y contaminado esos lugares. Lo que las reúne son las feromonas
agregadas en las heces fecales, más no un verdadero sentido de
"familia".
Es
decir, lo que las une es la propia cagada que van dejando a su paso, de manera
tal que la que viene atrás reconoce el paso anterior de un congénere
entendiendo que ese es un lugar apto para desarrollar su potencial.
Haciendo
un mea culpa, debemos reconocer que no todos somos lo limpito que deberíamos
ser, siendo, en parte, nuestra suciedad la que permite la existencia de este
ser despreciable. Para colmo el asco que nos generan hace que nos alejemos de
su presencia dejando, así, el espacio a disposición y discreción de ellas.
Civilizaciones
enteras han sucumbido al poder de estos insectos. Son cada día más y ocupan
cada vez más lugares.
Iniciemos
el proceso de extermino. Cualquier parecido con un compañero/a de trabajo es
eso…un parecido.
Un
abrazo.
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