Hoy voy a contar la historia de
la Universidad Ecléctica de Bombal; casa de Altos Estudios (altos porque estaba
en el primer piso de una antigua casona) que me ha condecorado con el título de
Profesor Emérito (del latín e-.
“fuera de”: Emérito; Eliminar; Etc.).
Dicen las malas lenguas –y
otras no tan malas- que esta Universidad fue fundada allá por la segunda mitad
del siglo XIX (1863) y la ubican geográficamente en la margen oeste de la
Laguna Setúbal o Guadalupe (no hay acuerdo sobre el nombre del espejo de agua).
Sin embargo los historiadores revisionistas ofrecen datos –no documentados- que
establecerían su fecha de fundación por el 1937, ubicándola en el ejido urbano
de Los Quirquinchos. Quienes nos formamos intelectualmente en esta Universidad
preferimos no perder tiempo en discusiones superfluas y, reunidos en el
Principado de Bombal, partimos la diferencia y establecimos como fecha de
fundación el 1 de enero de 1900.
El eclecticismo marcó a la
Academia desde su fundación. Sin embargo, no fue óbice para que desarrollara las grandes teorías que,
con el tiempo, serían su orgullo y la envidia del resto.
Nadie puede desconocer la
elaboración de la célebre Teoría de los Grises (no todo es blanco o negro, hay
grises también); o su fundamental y gran aporte al fútbol argentino con su
Teoría del Promedio (recientemente puesta en duda por el efecto búmeran). Como
tampoco nadie puede hacerse el distraído en cuanto al gran aporte a las
ciencias a través del desarrollo de las dos grandes fórmulas que revolucionarán
el futuro de la humanidad: la electricidad en polvo (que actualmente se vende
en bolsitas de 197g) y el agua deshidratada (que solucionará a futuro el
grave problema de la sequía).
Y podría seguir enumerando una
serie de teorías y desarrollos más que fueron elaboradas en esta
Universidad, pero pecaría de insolente al establecer un número que seguro estaría
en el medio de la verdadera cantidad.
Ahora, si realmente se debe
atribuir a algo el renombre internacional que logró la Universidad Ecléctica de
Bombal es sin duda alguna –o con alguna duda- el célebre enunciado de su
padre fundador, Don Nicanor Amilcar Malatesta: “Yo no soy quién hizo las cosas
que hice ayer, sino el hombre que fui ayer.
Se puede leer en la crónica de
ese momento que Don Nicanor condujo su automóvil a las afuera de la tranquila ciudad
de Las Breñas, donde apuñaló a su suegro y a su suegra, causándole a ambos la
muerte, a la vez que atacaba y dejaba inconsciente al perrito de sus padres
políticos. Ensangrentado y sin poder responder en última instancia porqué había
atacado al perrito (lo de los suegros podía entenderse), le dijo a la policía
no recordar nada sobre los asesinatos, y soltó la frase “Yo no soy quién hizo
las cosas que hice ayer, sino el hombre que fui ayer”. Después de un año de
investigación, como era de suponer debido a su influencia académica, fue
sobreseído por los homicidios y tuvo que adoptar al perrito de sus suegros. Nacía
con el gran enunciado de Malatesta la corriente filosófica del olvido; de a lo
pasado pisado.
Esta casa
de estudios abrió sedes en todo el mundo y desde hace algunos años han egresado
grandes baluartes y cultores de la corriente filosófica que se destacan en
distintos ámbitos de la vida diaria. Hay gente a la que le resulta muy fácil
escribir con la mano sabiendo que mañana lo van a borrar con el codo, o
defender elocuentemente aquello que ayer aborrecían. Y la vida sigue y ellos
siguen caminando por las calles sin que nosotros los condenemos.
Pero
bueno, de alguna manera, todos somos egresados de esta Universidad y como se
sabe que un título da prestigio, hoy propongo la creación de un colegio profesional
para matricular a todos los olvidadizos sistemáticos, de manera que podamos
tener un control del ejercicio de la filosofía del olvido para que no sea, en
el fondo, tan chocante ni grosera.
Siempre se
puede perder la memoria…si están de acuerdo, me lo hacen saber y nos empezamos
a colegiar.
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