En este espacio cada estereotipo ciudadano tiene su lugar. No me voy a reír de ellos, sino con ellos y vos podes prestar tu risa

domingo, 22 de abril de 2012

LOS DESCENDIENTES DE KUÁNIP


Hoy tengo ganas de reflexionar sobre Kuánip; el onas.
Cazador extraordinario, luchador astuto y valeroso, dueño de poderes inigualables y un insaciable amante; parece que este muchacho heredó de su padre un apetito sexual sin igual y un pene gigantesco con el que poseía a la mujer que quisiera y desde lejos, incluso. Cuentan que a menudo se lo veía en la playa cuando las muchachas capturaban los peces que quedaban varados entre las rocas; entonces el astuto se le acercaba a alguna por detrás y la penetraba sin su consentimiento. Es decir, lisa y llanamente: la violaba; no demos más vueltas.
Esta inclinación por el acceso carnal de prepo, a lo guapo; digamos, sin caricias previas, sin siquiera un “yo también te amo”, le valió, por aquel entonces, el mote de violeta; aunque dicho sobrenombre se guardara en el más estricto secreto, pues, si bien los onas no aprobaban esta inclinación perversa quién le iba a decir algo al que la tenía más larga; cosa que, además, Kuánip, se encargaba de hacer saber a cada rato (porque tampoco es el caso de tenerla larga y no presumir de ello, ¿o no?). Algunos atribuyen esta inclinación al hecho de haber nacido de su padre y de su propia hermana, siendo a la vez hijo, sobrino y nieto. Flor de quilombo te queda en el balero.
Ahora bien, como el ser humano es idiota y se olvida rápido de las cosas y los onas, gracias a la Bula Papal “Sublimis Deus” del 1537 del Papa Paulo III son humanos, pronto olvidaron las andanzas de nuestro hombrecito y perdonaron todas sus fechorías simplemente porque mató al gigante Chásquels y a su hermana. De verdad, yo hubiera hecho lo mismo: la muerte de dos gigantes bien valen el perdón social.
Y así Kuánip fue respetado hasta el último de sus días por ser el que la tenía más larga. Y dejó descendientes. Muchos.
Quién no se cruzó en la calle con algunos de estos descendientes, que te refriegan por la cara que la tienen más larga que vos, que se pasean en autos lujosos (que aún no han pagado), y que te ignoran porque no te tienen en la agenda de su celular. Quién no se cruzó con ese o esa que te desfilan la ropa quellevan puesta sin que les importe que fue confeccionada con la vida esclava deobreros pauperizados. Quién no ha sufrido la teoría del primer avión de la mañana, (como dice un amigo mío): por no llegar temprano no tenés derechos, entonces, en lugar de ser un pionero sos un okupa; en lugar de hacer arte, hacés artesanías; en lugar de ser un revolucionario, sos un sedicioso. O lo que es peor: como no aceptas el sistema, sos un excluido.      
Y bue. Son las cosas de la vida, son las cosas del querer. Al que madruga…

lunes, 16 de abril de 2012

¿PERDIMOS O GANAMOS LA REVOLUCIÓN?



Pertenezco a una generación que hicimos la revolución y la perdimos (ya sé que con esta frase no solo van a deducir mi edad, sino que algunos se van a enojar conmigo). Pero es así: la revolución la perdimos y fue el día que la cara del Che se imprimió en blanco sobre fondo negro y todo aquel que no usa esa remera no es revolucionario.
El rostro de quién socavara al sistema, lejos de transformarse en una inspiración hoy es un ícono.
Y tal vez perdimos la revolución por culpa de nuestro idioma. El idioma español es un idioma riquísimo pero susceptible a los cambios. Es más, creo que hoy en el mundo no hay otro idioma que nos iguale. Porque, mientras en otros países toman solo del inglés las palabras que no tienen -bien porque sus idiomas son pobres, cosa que no es nuestro caso, bien porque pertenecen a lenguajes de reciente creación, como el de la economía o el de la informática-, nosotros, más generosos, hemos ido más allá y hemos adoptado incluso las que no nos hacían falta. Lo cual demuestra nuestra apertura y nuestra capacidad para superarnos.
No es lo mismo –y pobre los de mí generación- colgarse insignias en el pecho que pins; o leer historietas que comics. Parece que las cosas, en otro idioma, mejoran mucho y tienen mayor prestancia.
Así, ahora, por ejemplo, ya no tenemos sentimientos, sino feelings, que es mucho más elegante. Y de la misma manera, sacamos tickets, compramos compacts, usamos kleenex, comemos sandwichs, vamos al pub, hacemos rappel y los domingos, cuando salimos al campo -que algunos (los más modernos) llaman country-, en lugar de acampar como hasta ahora, hacemos camping. Y todo ello, con la mayor naturalidad y sin darle apenas importancia.
Probablemente la revolución la hayamos perdido por hacerla en vaqueros y no en jeans (¿alguno de ustedes usó slips? Porque yo usé toda mi vida calzoncillos, que, reconozco, no me permitió marcar el paquete como si se puede con el slip).
Obviamente, esos cambios de lenguaje han influido en nuestras costumbres y han cambiado nuestro aspecto, que ahora es mucho más moderno y elegante. 
El mercado ahora es el marketing; el autoservicio, el self-service; el escalafón, ranking; y el representante, el manager. Y desde hace algún tiempo, los importantes también son vips; los puestos de venta stands; los ejecutivos, yuppies; las niñeras baby-sitters, y los derechos de autor, royalties. Ahora entiendo porque el diccionario del celular no me reconoce la palabra yerba y si parcking. 
En la televisión, entre tanto, ya nadie hace entrevistas ni presenta, como antes. Ahora hacen interviews y presentan magazines, que dan mucha más prestancia aunque aparezcan siempre los mismos. Si el presentador dice mucho O.K. y se mueve todo el rato, al magazine se le llama show -que es distinto de espectáculo-, y si este es un show mediocre pero que muestra la inmundicia del ser humano, se le adjetiva de reality. Entre medias, por supuesto, ya no nos ponen anuncios, sino spots que, aparte de ser mejores, nos permiten hacer zapping.
Convencido que la revolución la perdimos por no saber hablar correctamente, quise consultar a la Profesora Rosarito, una eminencia de la lengua castellana. La llamé y me dijo:
-Ahora no puedo responderle, Golber. Estoy haciendo un máster, en el coffe break lo llamo. 
Estamos hasta las manos.
Un beso en la frente.

sábado, 7 de abril de 2012

CHARLAS DE CAFÉ. TERCERA ENTREGA

Ni la mujer es insoportable, ni el hombre es un machista recalcitrante. Las exacerbaciones de los extremos es lo que hace, muchas veces, imposible que nos encontremos.


Cuentan que en el pico más alto del Tibet vive el hombre más sabio del mundo. Cierta vez, un joven acudió con él para descubrir el camino al corazón de una mujer de la que se había enamorado. Cuando encontró al sabio en la cumbre de la montaña, le preguntó: ¿Cuál es el camino más corto, seguro y directo para llegar al corazón de una mujer?

El maestro le respondió: No hay camino seguro al corazón de una mujer, hijo mío; solo senderos al borde de precipicios y caminos sin mapas o brújulas, tapizados de peñascos, de arbustos espinosos y con serpientes ponzoñosas. Pero, entonces, Maestro: ¿qué debo hacer para conquistar el corazón de mi amada?

Recuerda amado discípulo: Conserva en tu mente y en tu corazón las enseñanzas y los consejos que te daré. Síguelos fielmente y llegarás al corazón de la mujer que amas:
“No se rasque los huevos frente a ella; regálele flores y muchos, pero muchos presentes; levante la tapa del inodoro antes de orinar y recuerde bajarla después; no eructe; no sea pedorro; no hable mal de la madre de ella, ámela como a su propia madre; no la cele, o si acaso, un poquito; deje que ella tenga celos de usted, ella sí puede; nunca engorde, ella sí puede (pero nunca se lo diga); no se demore en el baño; no diga que ella no sabe manejar; no llegue tarde a casa, salga de trabajar y váyase de inmediato para su casa; no se entretenga con los amigos, o mejor, no tenga amigos; ni sueñe con tener amigas; nunca mire ni hable de las tetas o de las nalgas de las amigas de ella; no mire a otras mujeres, es más, entienda de una vez que no existen otras mujeres; dígale “Te amo”, al menos 24 veces al día; deje que ella compre ropa, zapatos, etc., siempre que ella quiera, es más, ayúdela a caminar durante horas eligiendo lo que quiera comprar (y sonría mientras camina); no ronque; recuerde, a usted no le gusta el fútbol y odia las carreras de fórmula 1; no piense solamente en sexo, pero tampoco exagere, propóngaselo con frecuencia aunque esté cansado; respete cuando a ella le duela la cabeza, pero si ella se lo pide, complázcala de inmediato, ¡ah!, y no se vaya a quedar dormido inmediatamente después, debe mirarla a los ojos y acariciarla hasta que sea ella quien se quede plácidamente dormida; no discuta con ella, recuerde que ella siempre tiene la razón en todo; hágale saber lo miserable que sería la vida si ella no está con usted.”

El Discípulo, agobiado, se vuelve para bajar de la montaña y el Maestro le dice: ¡Espera, Hijo mío, vuelve
acá!, todavía falta....El Discípulo contesta: Nooo, Maestro…¡Ahora entiendo por qué hay tantos putos!

Y sí, Hijo mío; es preferible que te rompan el culo una vez por semana y no las pelotas todos los días.

La presente leyenda tibetana, que gracias a la globalización, se extendió al mundo entero (¿o se habrán extendido al mundo las mujeres molestas del Tibet?), me vino a la mente cuando Gomecito o el Manco Gómez (recuerden que en el Café le decimos Gomecito para no decirle el Petiso Gómez que sería discriminatorio y que además Polo lo bautizó el Manco por su falta de tacto) me contaba su padecimiento amoroso. Resulta ser que el Manco está perdidamente enamorado de una joven damisela, que al parecer no sabe cómo abordarla. En realidad suponemos que su falta de tacto le trajo algún problema.
-¿Qué pasó, Manco?, le pregunté.
La invité a tomar un café y me sacó carpiendo con toda una demostración de que yo la quería fifar y que el café era la escusa, comenzó, casi entre sollozos, para continuar diciendo: “-No, Zulmita, solo quiero tomar un cafecito y charlar con vos. Sos una mina inteligente.” “Callate, desgraciado. Te voy a dar, mina. Te das cuenta que me tratás como una cosa; que al conceptualizarme como mina, me estás cosificando; me llevás a ese lugar de vulnerabilidad que a ustedes les gusta para allí maltratarme. No hay ningún café que sea inocente; detrás vienen las intenciones sexuales y tu invitación es un discurso de género y violento. ¿Qué pasa cuando terminemos de tomar el café? ¿Eh? ¿Te das cuenta? A pesar de que reivindicaciones básicas de hace más de un cuarto de siglo siguen aún en el tintero, y cuando las mujeres de todo el mundo aún sufrimos discriminación, abusos y control, vos no podés venir y con un café coartar mi libertad de expresión o de pensamiento, y mucho menos mi libertad sexual y de movimiento. Estoy hablando, por si no lo entendés, de esa pauta generalizada que ustedes manejan de dominación y con la que pretenden atravesar la experiencia de ser mujer. No podés, así porque sí, influir en mí relación con mí propio cuerpo y con mí sexualidad. ¡Gómez!, tu discurso es poco profundo e insensible. Es una opción reduccionista que niega otras facetas de mí persona. Tú invitación es un eufemismo, un atajo lingüístico, que utilizás para sentirte más cómodo en tú entorno de agresor sexual.”
¡Pero yo solo quería tomar un café, Golber!
Ese es el tema, Gomecito: la mujer inteligente es más linda cuando se calla.

lunes, 2 de abril de 2012

SERIE GRANDES ACTORES DE LA SOCIEDAD III

En esta entrega: Arquímedes Falsioni


Arquímedes Falsioni nació y se crió en el viejo barrio de Pichincha. Jamás se supo donde murió (el viejo barrio de Pichincha esta cruzado por innumerables zanjones), pero eso no oscurece su leyenda.
Dotado de un discurso sin igual, supo desentrañar los entre telones del contexto histórico que le tocó en suerte vivir. De no haber sido por su extinción física –insisto, aún no se sabe donde, cuando ni como sucedió-, hoy ocuparía un lugar de privilegio en el podio reservado para esos hombres que modificaron la existencia de la humanidad. Nadie se puede olvidar y, menos aquellos que tuvimos la suerte de conocerlo, de su impronta; de su forma de ver las cosas y por supuesto, de su reflexiva alocución.
Cuando el arqui –así se hacía llamar, generando en la masa la confusión con una profesión que personalmente le era muy esquiva- se adueñaba de la tribuna, su retórica envolvía a los oyentes dejándolos extenuados…en la incomprensión. Secretamente le decíamos “El Mudo” Falsioni, no como contrapartida a su facilidad de palabras, sino por el cúmulo de frases que nada decían y que resultaba, al final, lo mismo que si no hubiera hablado.
Escribiendo estas líneas como humilde homenaje, recuerdo un momento álgido en la disputa de poder que siempre caracterizó al  barrio de Pichincha. En esa oportunidad el Oreja Gutiérrez había osado pasearse por el barrio con la casaca del glorioso Velocidad y Resistencia apenas horas después del triunfo ante el rival de toda la vida, Buen Orden. Provocación de esa naturaleza se pagaba con la vida y así se lo hizo saber el Zurdo Zireta conminándolo a deponer su actitud provocativa. Fueron tensos segundos de intercambios de epítetos (en su mayoría recordatorios de orígenes familiares), cuando Falsioni terció en el enfrentamiento y dijo: “Muchachos, La Paz la encontramos en Bolivia y todo conflicto tiene lugar cuando una de las partes intenta imponer su propia voluntad sobre la de la otra…o viceversa.” Nadie entendió un corno y el conflicto se relajó. “El Mudo” generaba eso.
O como en aquella oportunidad en que se encendió en un acalorado discurso pro ferroviario y subido al vagón de cola del convoy que lo llevaba a la ciudad de San Miguel de Tucumán, arengaba a la juventud para que utilizaran como medio de trasporte el taxi por ser más limpio, rápido y seguro. Son cosas que tenía Arquímedes y que nadie podía olvidar (de hecho muchos suponemos que esa falta de olvido fue el sustrato de su desaparición).
Lo que me propongo, estimada lectora-estimado lector, es rescatar de los oscuros laberintos de la historia a este tipo de personajes que, nadie puede dudarlo, han dejado huellas imborrable en la humanidad; que con su accionar nos dejan marcas indelebles en el corazón y que su paso por esta vida muchos quisieran imitar; pero que por esas cuestiones propias de quienes escriben la historia oficial no forma parte del catálogo de próceres. 
Que duda podemos tener de “El Mudo” Falsioni defendiendo los valores tradicionales, anteponiendo ante todo la sagrada constitución de la familia… más allá de aquella que nos albergó a sus seguidores cuando supimos que tenía una doble vida y que prontamente disipamos cuando se pudo demostrar que no eran dos vidas aparentes, sino tres (fue un acertado movimiento estratégico de “El Mudo”: dos vidas generan duda, pero la triduda no existe). 
Lo cierto es que Falsioni no ha desaparecido; fiel a su personalidad debe de andar encubierto, mimetizándose como el camaleón entre los nuevos paradigmas de discusión; generando nuevos proyectos –personales pero de contenido colectivo- en alguna academia de barrio. Y lo digo y lo sostengo, no solo porque nunca se supo donde, cómo y cuando desapareció, sino porque hoy en día son muchos –o al menos un número importante- los que parecen ser alumnos de Arquímedes Falsioni, a los que les conocemos dos, tres y hasta cuatro vidas paralelas; o que son grandes defensores de la legalidad mientras tienen en negro a sus empleados; o aborrecen desde el púlpito el matrimonio igualitario a la par de mantener en la intimidad conductas rayanas con lo que aborrecen. La impronta de las enseñanzas de Falsioni no pierde vigencia, por el contrario, suma día a día más adeptos y cultores.   
Un beso en la frente.